miércoles, 12 de enero de 2011

Salmo 91

El que habita al abrigo del Altísimo se acoge a la sombra del Todopoderoso.
Yo le digo a Jehová: Tú eres mi refugio, mi fortaleza, el Dios en quien confío.
Sólo él puede librarte de las trampas del cazador y de mortíferas plagas,
pues te cubrirá con sus plumas y bajo sus alas hallarás refugio. ¡Su verdad será tu escudo y tu baluarte!
No temerás el terror de la noche, ni la flecha que vuela de día,
ni la peste que acecha en las sombras ni la plaga que destruye a mediodía.
Podrán caer mil a tu izquierda, y diez mil a tu derecha, pero a ti no te afectará.
No tendrás más que abrir bien los ojos, para ver a los impíos recibir su merecido.
Ya que has puesto al Señor por tu[a] refugio, al Altísimo por tu protección,
ningún mal habrá de sobrevenirte, ninguna calamidad llegará a tu hogar.
Porque él ordenará que sus ángeles te cuiden en todos tus caminos.
Con sus propias manos te levantarán para que no tropieces con piedra alguna.
Aplastarás al león y a la víbora; ¡hollarás fieras y serpientes!
Yo lo libraré, porque él se acoge a mí; lo protegeré, porque reconoce mi nombre.
Él me invocará, y yo le responderé; estaré con él en momentos de angustia; lo libraré y lo llenaré de honores.
Lo colmaré con muchos años de vida y le haré gozar de mi salvación.»