jueves, 16 de diciembre de 2010

Historia De Jonas Sufurino

AL MUNDO TODO
Yo, Jonás Sufurino, monje del monasterio del Broken, declaro solemnemente postrado de rodillas ante el firmamento estrellado, que he tenido tratos con los espíritus superiores de la corte infernal en hebreos caracteres.
Yo expongo al orbe entero que lo que en este libro se contiene es verdad. Yo era un incrédulo, pero la evidencia me sacó de mi error. Aficionado desde niño al estudio de las ciencias, cuando llegué a la edad del hombre no había conocimiento que yo ya no hubiese profundizado. Pero en el fondo de todos ellos encontraba el vacío. Mi alma entonces se agitaba sedienta por descubrir la suprema ver-dad secreta. Cuando profesé de monje en el monasterio del Broken, consecuente con mis aficiones solicité el cargo de bibliotecario, y allí, en su vasta y antiquísima Biblioteca me aislé por completo, pasando los años en los más profundos y misteriosos estudios.
Había allí innumerables volúmenes que trataban de las artes mágicas, La simple lectura de algunos de ellos me convenció de que allí se hallaba lo que buscaba. Yo me hacia las siguientes reflexiones: no hay duda que existen los espíritus Buenos y malos, y que están en relación con los hombres; no hay duda que dichos espíritus están dotados de una inteligencia soberana, puesto que la misma religión les da el poder de tentamos, de inducirnos al bien o al mal; luego, si por medio de la magia puede el hombre ponerse en relación con estos espíritus, ese hombre logrará alcanzar la suprema sabiduría.
Me hacía yo todas estas reflexiones en mi celda solitaria y entre los polvorientos libros de mi biblioteca: pero aún no me había atrevido a poner en práctica los medios que me condujeran a tal fin. Decidí, pues, ejecutar al cabo mi proyecto.
Era una noche de helado invierno. El cielo aparecía negrísimo cubierto de enormes nubarrones que por momentos se veían desgarrados por la rojiza luz de los relámpagos. Silbaba horriblemente el viento entre los pinos de la montaña. La lluvia azotaba los vidrios góticos de las ventanas del monasterio. Yo no tenía miedo. Esperé a que fuera media noche. Cuando todos los monjes se hallaban recogidos en sus celdas, y acaso dormían, dejé yo silenciosamente el convento y emprendí la marcha hasta la más alta cima de la montaña. Cuando estuve en lo más alto, me detuve. Los relámpagos cruzaban incesantemente por mi cabeza. Yo persistía en mi propósito de invocar al rey del Averno. El huracán se estrellaba contra mi cuerpo y retorcía furiosamente mi hábito monacal. Pero yo, firme como una de las rocas que tenía bajo mis pies, ni me amedrentaba, ni vacilaba en m1 empresa. Juzgué entonces llegado el momento de llamar al diablo.
Si es verdad que existes -grité con voz tonante ¡oh, poderoso genio del Averno! preséntate a mi vista.
Y al punto, en medio de un relámpago formidable, se apareció el espíritu infernal que había yo invocado.
-¿Qué me quieres? -dijo.
-Quiero -le respondí sin inmutarme entrar en relaciones contigo.
-Concedido -repuso. Vuélvete a tu celda. Allí me tendrás siempre que desees. Y puesto que sé lo que quieres, te revelaré todos los secretos de este mundo y de los otros. Te entregaré un libro que será como el catecismo de las ciencias secretas, catecismo que sólo podrán comprender los iniciados...
Y desapareció, Yo torné a mi monasterio. Volví a ver a mi grande y misterioso amigo siempre que me fue necesario. El, en fin, me ha revelado el libro éste que dejo a la posteridad, como la (lave de oro que abre y descifra los supremos arcanos de la vida y de la naturaleza, completamente ignorados por los seres incrédulos o vulgares. Vale.
Monasterio de Broken.
Año de Gracia, 1001